Actualmente considerada una de las 7 nuevas maravillas del mundo moderno, La Gran muralla China (Cháng Cheng o “fortaleza larga”) nos evoca una época histórica en que el Gran Imperio Chino era poderoso y se encontraba adelantado en relación al resto del mundo.
De tamaños colosales (incluso se ve desde el espacio), es inevitable hablar de ella. Esta obra de formas ondulantes se adaptaba a las colinas como un dragón serpenteante, fundiéndose con el paisaje. Es, en realidad, un magnífico ejemplo de adaptación al medio, un principio fundamental en la arquitectura china.
Los trabajos de construcción de la Gran Muralla dieron comienzo bajo el mandato del que se conoce como primer emperador de China Qin Shi Huang (247-221 a. C.), de la dinastía Qin, alrededor del siglo III a.C, emperador que había logrado reunir los distintos estados chinos en un imperio. Con el tiempo esta Gran Muralla llegaría a tener unos 7300 Kilómetros de longitud y se extiende a lo largo de la frontera norte del país.