Etnia china, espíritu hongkonés, 99 años de gestión británica sobre 5.000 años de tradición dieron como resultado esta nueva manera de ser en el enclave más occidental de todo el lejano Oriente.
Día 1
Aborde la isla, muestra de un contraste Oriente-Occidente, sus edificios coloniales se oponen a la arquitectura monumental de vanguardia.
Lo más impresionante es que estos rascacielos se levantan trepando andamios de bambú, cuya eficiencia (alta flexibilidad, mucha resistencia) es imbatible. Recorra el mercado de Wan Chai, donde, además de trapos hallarán fascinantes rarezas comestibles. Para rarezas vaya a Des Voeux Road; allí se reúnen la más increíble variedad de frutos secos de mar, lo mismo ocurre con las hierbas medicinales que están en la calle Ko Shing.
Para no eludir: el Wester Market, súper shopping que funciona en el edificio eduardiano de 1906 y renovado en 1991. Arte, ropa y todo lo demás. Tome el Star Ferry para cruzar esa brecha de agua que separa la isla de Tsim Sha Tsui, en Kowloon, con un intenso trafico de cruceros, barcos y sampanes. Camine por la superpoblada Nathan Road, llena de carteles que vuelan como hojas cuando se desata una tormenta.
Día 2
Dicen que quien no va hasta el gran Buda de 34 metros de alto, hizo una visita incompleta. Esta figura de bronce de 250 toneladas está en la gran isla de Lantau (donde funciona el nuevo aeropuerto desde el 97). Para acceder hasta donde está el buda sentado, hay que trepar 264 escalones. En las proximidades está el monasterio Po Lin, abierto al público. La zona más exclusiva se llama Repulse Bay, con sus mansiones en las laderas montañosas, playas y canchas de golf.
En Stanley Market la seda es un producto común y corriente, aunque no compre, vaya y recorra ese pueblito marítimo y distráigase en alguna de sus terrazas al fresco.
Día 3
Hong Kong significa puerto fragante, por los aromáticos humos que exhalaban los templos que en el pasado jalonaban las costas. Si quiere saber su futuro, acuda al chim. Son palitos numerados que se reúnen en un contenedor de bambú y que entregan a la entrada de algunos templos. El recipiente se agita hacia atrás y hacia delante, el primero que cae (su numero se corresponde con un párrafo de la literatura) es interpretado por el adivino residente en el templo.
Suba al pico Victoria, en el puerto homónimo, la joya de Hong Kong. Hágalo al atardecer. En la cima está la Peak Toser desde donde tendrá una panorámica de 360 grados con las vistas de toda la isla.
Kowloon, los Nuevos Territorios y las islas del Mar del Sur de China. Espere a que oscurezca en el Peak Café, platea inmejorable para contemplar cómo la bahía Victoria se va iluminando hasta cobrar una intensidad única en el mundo.
yo soy japones y e hido para muchas veces pero china me e tirado del puente de maracaibo nunca he conocidop ese pais sayonara