Un parque grandioso, paseo de eucaliptos, encanto y refugio; millones de flores que adornan las calles; una bella iglesia…sólo un árbol, testimonio silencioso de un horror lejano, delata aquel dolor: el dolor de la guerra sufrido por civiles en Guernica.
El 26 de abril de 1937, la aviación nazi, al servicio de Franco, bombardea Guernica: el legendario pueblo Vasco, ilustrado por Picasso con sensible mirada, en su dolor, desgarrado, por aquella cruel tragedia; arden llamas de guerra, arden llamas de espanto, incomprensión, mentira, injusticia sufrida por la población de Guernica; y ahí queda el noble roble, símbolo de ese pueblo que arde.
Guernica resucita de entre sus cenizas, se rescata a sí mismo de entre sus escombros, y florece de naturaleza y colores, se alza, se levanta, renace, conservando la memoria que cultiva lo que resta de aquel árbol sobreviviente.
Un pequeña pueblo, cargado con triste historia, transmite su fortaleza, cautiva con su belleza.
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